HIPOTECA
Nada te queda del gesto espontáneo y sublime
ni una nota musical de romántica canción,
los años perdidos y el hielo de la desilusión
te pusieron la mascarada que nadie redime.
Tu cara ríe, pero en tu interior alguien gime,
estás sola, pálida, sin ninguna emoción,
te burlaste del amor y este a tu corazón
lo dejó a su albedrío y sin que nadie lo mime.
Sentada a la barra de una discoteca
tus horas nocturnas las pasas fumando
y en cada copa que bebes se te va la calma.
De tus desamores pagas la hipoteca
esa que tú misma la fuiste abonando
para que hoy en día ajusticie a tu alma.
Luis Bárcena Giménez
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