LA HETAIRA Y YO
La hetaira que se encuentra
perlada por el sudor
con frenesí se abanica
después de hacer el amor.
Ella mira que el marchante
con su manera calmada
se pone su vestimenta
y se va sin decir nada.
Aunque ella está endurecida
y tiene el alma de acero
en el fondo ella desea
que alguien le diga: te quiero.
Eso no va a suceder
de mi parte y digo no
porque ella fue mi mujer
y hoy el marchante fui yo.
Luis Bárcena Giménez
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